Este conjunto de coreografías desarrolla el apasionado andar del amor en varios de sus caminos: la felicidad, el sueño, el deseo, la frustración, la soledad o el recuerdo.
Los senderos de las emociones confluyen y cambian de dirección tal y como lo hacen una convergencia de calles en una esquina cualquiera, de una ciudad cualquiera, produciendo la incertidumbre y el temor del desconocido nuevo camino.
Decía el cantautor Manuel Picón que la esquina representa el lugar desde la cual uno puede ver en largura, profundidad y color la calle que deja y la que toma, y puede advertir también cómo la sombra que antes iba detrás ahora se proyecta delante.
Este sitio donde se unen dos caras de una cosa han permitido a los autores de “A la vuelta de la esquina…” relatar historias de amor y desamor, deseos apasionados o frustrados, paraísos perdidos o recobrados, utilizando elementos y técnicas de distintas danzas, seleccionando músicas heterogéneas e investigando en nuevos conceptos de fusión.